sábado, 2 de abril de 2011

Mutaciones recreando la solidaridad

Mutaciones recreando la solidaridad:
Nuevo espacio y nueva especie en la economía.

Luis Lopezllera Méndez, enero de 2006.
El propósito fundamental del Espacio de Economía Solidaria, EcoSol, cuya
gestación iniciamos un grupo de redes en 2002, ha sido la construcción de un
Sujeto Orgánico que sea capaz de convocar la gran pluralidad alternativa que
se gesta en medio del caos del neoliberalismo y, por ende, facultar a las
bases sociales más necesitadas para llevar a cabo una economía sociopolítica
propia
y en diálogo con instancias públicas, privadas, académicas,
eclesiales, mediáticas y globales.
El término "economía solidaria" se torna de moda y es utilizado con diversos
contenidos y desde instancias de determinado "poder" (público, privado,
académico, internacional, ONG, movimiento popular, etc.). Es obvio que cada
fuente de discurso obedece primero a sus modos e intereses inmediatos y
mediatos, algunos podrán converger y reforzarse, otros irán demostrando su
incompatibilidad. Pero el verdadero desafío está en superar el discurso y la
postura para entrar al emprendimiento efectivo, dar el salto de un mundo
predominantemente especulativo y pasar a la movilización y la recreación de
la dimensión perdida: creer nuevamente en un "extenso e intenso nosotros"

sin el cual la lucha meramente grupal o sectorial ha demostrado ya sus
límites.


Para quienes procuramos la construcción de un sujeto colectivo con poder
propio, economía solidaria no es una estrategia diseñada hacia los pobres
con el fin de más o menos aliviar su situación e ir incorporando al sistema
hoy caricaturizado como "Foxilandia" aquellos escasos grupos que resulten
ganadores en la cruda competencia que se nos impone adentro y afuera del
país.


Economía solidaria es en cambio una estrategia para movilizar y articular
los valores subsistentes de la sociedad entera
, hacia una nueva etapa

civilizatoria donde todos los niveles y sectores cooperen en la realización
de un auténtico bienestar para toda la población sin exclusiones y con sus
más legítimas aspiraciones en términos de una vida digna y perdurable.


Desde nuestro primer taller a principios del 2003 se fueron perfilando
cuatro ejes estratégicos de trabajo, los cuales conforman una brújula que
orienta la concreción de planes de acción conjunta y que se trasluce en una
Carta Compromiso suscrita y enriquecida por los participantes de los cuatro
talleres que ya hemos realizado. Los cuatro ejes son:
-Conciencia, mutación, capacitación.
Probablemente el mayor problema que enfrentamos más acá de la ya tan
denunciada globalización (alarmas y quejas masivas por doquier pero aún poca
acción convincente) es el individualismo acérrimo que hemos heredado tras
varios milenios de desarrollo humano. Esto nos hace cómplices muchas veces
involuntarios de las monstruosas locuras que hoy nos determinan y dirigen.
Las mayores religiones generadas a lo largo de diez mil años de
civilización nos recuerdan la necesidad de ofrendar lo mejor de todos y cada
quien en aras del bien común en contraposición a la codicia, la acumulación
y el poder. Esta es la convicción ancestral para superar la violencia y el
abuso. Pero las mismas iglesias hoy muestran sus contradiciones y
limitaciones estructurales. Hoy la ética y la solidaridad se diluyen y
predomina la estupidez, el engaño y la destrucción bajo la ilusión de un
crecimiento espectacular pero inconsistente. Nuestro desafío hoy es
regenerar y hasta mutar esta especie humana cuya historia e incluso
prehistoria -cuando hace 50,000 años el Caín Cromagnon posiblemente
extinguió al Abel Neandertal- no la hace muy digna de confianza. Sin embargo
por siempre habrá que insistir (recordemos el famoso discernimiento japonés,
llamado "el centésimo mono", que mostró cómo la aparente insignificancia de
un individuo y luego un pequeño grupo, siendo ejemplo persistente, es capaz de convertir súbitamente a toda una amplia comunidad). Los innatos valores de
entrega, solidaridad y creatividad existencial tendrán que ser actualizados
merced al gran esfuerzo y hasta sacrificio de las cinco generaciones de
este nuevo siglo. Un anunciado colapso terminal del capitalismo histórico no
nos exime de la labor profundamente recreativa de vida en nuestro interior
más profundo y en comunión-ejercicio con la diversidad humana y la
naturaleza. Hoy el tiempo y el espacio se enjutan y todo se precipita, la
humanidad ha dado saltos gigantescos en los últimos 500 años, trocando
siglos por milenios, desde que Adán, tal vez un aventurado Australopiteco
llegando al vergel de Mesopotamia, tomó conciencia del bien y del mal. Hemos
llegado al fin de una época y que nos reclama un salto ahora no solo
planetario sino sistémico solar, cuasi genético. Habrá que superar los
instintos heredados y el azote de luchas de clases, razas, géneros y
fetiches, hacia una nueva época y una nueva especie humana, llena de
compasión, amor y admiración por la inmensidad y verdadero poderío del
universo. Si se han desarrollado hasta el desequilibrio los instintos
agresivos y de dominación nada impide que la inclinación al altruismo y la
convivialidad más generalizada sean en un futuro próximo los valores
preponderantes.

Si hablamos de economía solidaria no debemos reducirnos a una mera reacción economicista, tal vez como lo hicieron muchos sindicatos, cooperativas y partidos laboristas en el siglo XIX, o como lo hicieron las políticas desarrollistas y asistencialistas en el siglo XX, tampoco apostar todo a un Estado burocrático, demagogo y enajenado de la sociedad, cuya debacle
continúa por doquier, sino, reciclando todo lo bueno ya aprendido, abrir el
horizonte a una nueva manera integral de relacionarnos y de ‘poder ser’.
Crear conciencia y dar pasos hacia una necesaria mutación personal y
colectiva es la tarea fundamental de quienes se abocan a la ética, la
enseñanza, la capacitación, la difusión. Lo cual implica una profunda
reforma en muchas instituciones, sean escolares, eclesiales, académicas,
ONG's, etc.
-Producción/trabajo, comercialización/distribución y consumo/satisfacción.
Toda persona humana que nace en este mundo, gracias a sus progenitores,
debiera contar con el amor y cuidado para devenir un ser creativo y
contribuyente al bienestar de los suyos y de todos. No es así
lamentablemente. Estamos organizados en el mundo de manera tal que solo el
20% de sus habitantes se desarrolla conforme a los patrones de progreso
imperantes y, salvo excepciones, no está contribuyendo al bienestar del
resto. Hambruna, desempleo, migración, desorden, abuso y frustración
generalizada es el resultado. Necesitamos recuperar la capacidad de trabajar
y producir para generar los valores vitales que necesitamos y aspiramos para llevar una vida digna.
Esto implica unir al productor con el consumidor,
superando aquellas intermediaciones parásitas que lucran a base de mantener
separados a ambos sectores, los cuales pugnan entre sí con intereses
egoístas, miopes y contradictorios (productores por vender caro y
consumidores por comprar barato). Esto implica tener un sentido solidario
del comercio y también cuidar la equitativa distribución de los excedentes.

Necesitamos ante una globalización enajenante redescubrir nuestras más
legítimas identidades (territoriales y funcionales) y
producir/distribuir/consumir con, por y para ellas. Cada identidad
individual o grupal necesitará resumir las tres funciones en sí misma, somos
productores, comercializadores y consumidores a la vez y necesitamos
redescubrir y fomentar nuestros propios mercados. Alvin Toffler acuñó el
concepto de "prosumidor" (productor-consumidor) que luego fue adoptado por
el movimiento argentino de intercambios con dinero social (neologismo atroz
en castellano y muy limitado). Necesitamos superar los convencionalismos de
trabajo/empleo/salario y consumo/tienda/gasto para abordar un nuevo
horizonte de reorganización y ruptura de hábitos aislacionistas y en el
fondo profundamente egoístas. El valor trabajo de cada quien implica una
gran reinvención, que las actuales instituciones de capacitación y
"certificación" no están realizando. Hay desempleo porque el
mega capitalismo, en aras de una mayor acumulación, está robotizando la
gigantesca producción de cosas incitadoras de consumismo (cuya salida
únicamente será vía las guerras, intrínsecamente necesarias en el sistema
capitalista), y juega con maquiladoras trashumantes que se desplazan hacia
el trabajo más barato en cualquier parte del mundo, ayer México hoy
ciertamente China. Pero el trabajo que más nos debe importar es el
relacionado con el cuidado del medio ambiente; la hospitalidad, el ocio y la
movilidad humana; el arte, la ciencia y la tecnología alternativa a escala
humana; el espíritu y la trascendencia. Estamos hoy enceguecidos por el mito
del desarrollo occidental basado más en factores tangibles y cuantitativos
que sutiles y cualitativos, un desarrollo visto como poder piramidal y no
como vida plena y plural.
Existen en el mundo modelos muy interesantes y originales que combinan
producción y consumo con una suerte de comercialización horizontal. Vale
mencionar la admirable cooperativa Seikatsu en Japón o las estrategias
multinivel sin venta al público anónimo (pero que debieran trabajar no para
corporaciones transnacionales como Amway sino para las auténticas redes
locales).

-Crédito y dinero social.
El dinero histórico ha tenido una evolución dramática, de ser antes un valor
tangible en sí útil o respaldado por trabajo, como lo ha sido el oro, o bien
en otras épocas de nuestra región el cacao o el tabaco, es hoy solo un signo
virtual creado por los banqueros en forma meramente contable pero muy
lucrativa para ellos. A raíz de la desconexión entre valor real y valor
virtual, el negocio privado de dinero nos ha llevado a una escandalosa
ilusión de progreso que deforma y conflictúa a toda la sociedad.
El dinero
ha sido privatizado desde hace siglos y es una mercancía que se presta con
intereses a cargo, como si el dinero estuviera vivo y pudiera reproducirse
por sí mismo. Más aún, a través de juegos en la bolsa de valores se
especula, y ya muchas veces automáticamente, y se crea más dinero sin que se haya producido un valor y beneficio real para la sociedad. Las cifras
fantásticas que envuelven y dislocan al mundo circulan instantáneamente
produciendo más dinero, el cual se invierte en la creación a corto plazo de
una variedad de elefantes blancos que alimentan la creencia de progreso pero
que luego demuestran su inconsistencia y requieren de más dinero volátil
para seguir funcionando. La gigantesca deuda internacional que nos mantiene
endeudados por generaciones y pagando una renta absurda es sin duda el
resultado más patente de tal explotación.
Se da el caso de comunidades que periódicamente prescinden del dinero
bancario, como es el caso de la Red Purépecha de Trueque, intercambiando
directamente entre sí productos del propio trabajo, valor de uso sin valor
de cambio. Urge, sin embargo, rescatar de manos privadas la capacidad
creadora de dinero
que le fuera usurpada en un mundo imperial a toda
sociedad.

Nuestra economía solidaria necesita dinero para funcionar pero de modo tal
que no continúe reproduciendo las distorsiones fruto de la explotación del
medio de intercambio. Se requiere contar con un símbolo de valor genuino al
servicio de la sociedad, sin fines de lucro, bajo control social y en
relación a los valores reales en creación, tanto con trabajo como con
satisfacción de necesidades.
Lo que permitirá integrar las tres dimensiones arriba señaladas, producción,
comercio y consumo, es el complejo factor del crédito, tan objetivo como
subjetivo, hoy aterrador esperamos mañana liberador. Para ello, es preciso
crear la dimensión de confianza y de compromiso en el tiempo. Esto es un
trabajo social fundamental.
Satisfacer las necesidades presentes con las futuras en un relacionamiento
múltiple entre los componentes de una identidad colectiva implica crear
crédito, esto es confianza, responsabilidad y reciprocidad en el tiempo. Es
alzar una divisa que significa el creer en uno mismo y en los demás, y
trabajar por ello implica responder con honor, esto es, ser personas y
asociaciones honradas. Es preciso crear un pacto social por el cual quien
recibe un beneficio corresponderá con otro equivalente en otro momento sea a
la misma persona o a la misma comunidad que adopta. Implementar este
proceso implica inventar dineros sin fines de lucro y que correspondan con
valores reales.
El futuro es muchas veces incierto, más en esta época de caos, el crédito no
es un asunto meramente personal sino implica un cuidado colectivo donde los
riesgos, los infortunios y los beneficios se comparten en forma proporcional
al esfuerzo realizado. Y la economía solidaria deviene entonces una economía
sociopolítica.

Las finanzas actuales que se abocan a los sectores sociales más necesitados
se basan en modelos ya sean cooperativos, como las de ahorro y crédito, hoy
en lucha por mantener su identidad ante el avasallamiento bancario, ya sean
de microcrédito con préstamos blandos. Ambas tendencias son intentos
históricos por resolver el agiotismo y la carencia de inversión y crédito en
sectores vulnerables como son los mayoritarios. Pero en la medida que no
afectan el poder creador de dinero de los bancos, se limitan a trabajar con
los escasos fondos que el sistema dedica a la pobreza creando una
interminable dependencia o bien depender de los escasos ahorros que los
pobres y los empobrecidos puedan realizar a base de innumerables sacrificios.
Todos estos son dineros depositados a favor del mismo sistema bancario (son
de facto una escuela probancaria y no es de extrañar que la legislación de
hoy procure transformar a las cooperativas en agencias protobancarias) pues
estos depósitos le permiten a su vez a la banca crear más dinero. El lema
original manejado por las originales cajas populares, "Por un Capital en
Manos del Pueblo", ha quedado frustrado pues el poder hoy está no en el
ahorro producto del trabajo tradicional y mal pagado, cada vez en peores
trances, sino en la inversión suficiente en emprendimientos creativos viendo
a futuro. Cabe reflexionar sobre la pregunta "¿que es primero, el huevo o la
gallina?" o bien "¿que es primero, ahorrar o emitir?".
Hay ejemplos fantásticos en el mundo de quienes dieron el brinco cualitativo
y sanearon su economía de raíz. Está el caso de la actual red WIR en Suiza
("wir" en alemán quiere decir "nosotros") la cual desde la década de los
años 30 inventó una moneda Wir que sirve a más de 70,000 pequeñas empresas sin tener que pagar el alto lucro que cobran los bancos. Más conocidos son los LETS (Local Employment and Trade Systems) que proliferan en el mundo desde los años 80. La riqueza no es solo el producto útil del trabajo sino algo mucho más sutil hoy invisible, la confianza y la información solidaria que se sea capaz de reunir para invertir con un símbolo de valor propio sin pagar intereses ni especular. Tal solvencia se ha perdido y habrá que recuperarla, no sin lucha y sin miedo, ¿acaso se cree que la banca mundial e internacional va a abandonar sus privilegios más disimulados y efectivos
cuando vea que tales iniciativas alcancen un nivel expansivo?
-Mesoeconomía.
Un microsistema combinando producción, comercialización y consumo, con su crédito como eje unificador y su conciencia como identidad envolvente,
conforma la unidad autogeneradora de la economía solidaria. Combina: trabajo creativo y organizado con sus productos y servicios; conexión,
distribución y comercio; necesidad, aspiración y consumo; dinero,
crédito y finanza; conciencia y capacitación; en forma integral no solo
sectorial. De ahí que hablar de microempresas, de microcréditos, de comercio justo, de consumo responsable, de capacitación y solidaridad, por separado, como consignas de moda, sin realizar un modelo integral que conjugue todos esos factores en forma sinérgica, encontrará inmediatamente obstáculos difíciles de superar dado que no se actúa en un terreno neutral sino dominado por las inmensas fuerzas del capitalismo mundial. Como ejemplo baste citar la muy extendida frustración de tantos productores de base cuyas microempresas no encuentran mercado para sus productos. También se debe mencionar que el crédito existente no es suficiente y en el mejor de los casos la empresa apenas subsiste pero el banco se enriquece.
Estos microsistemas podrían ser llamados semillas (o huevos para quienes
gustan de hablar de incubadoras) que para progresar tendrán que ser
multiplicadas en forma de redes e ir encontrando una mayor solidaridad y
colaboración horizontal entre sí. Esta estrategia no sería suficiente si se
olvida la gestión vertical con empresas establecidas de mayor tamaño, las
cuales también experimentan una crisis profunda, pues la globalización
corporativa no solo produce pobreza sino absorbe a las pequeñas y medianas empresas derrotándolas en el mercado y comprando muy barato aquellas que pudieran ser incorporadas a su estrategia mundial.
Actualmente en las llamadas políticas públicas se empieza a hablar de dar
prioridad al mercado interno y las instituciones oficiales improvisa
programas sectoriales con poco éxito más acá de su propaganda. Todo el
aparato productivo ha estado sistemáticamente orientado hacia el mercado
externo, durante tres sexenios de un PRI que a su histórica corrupción
agregó la entrega de toda una nación y durante un cuarto sexenio a cargo del PAN, conservador del capital. Todo lo cual ha durado casi un cuarto de siglo y producido una entera generación en crisis. Prácticamente hoy todas las instituciones de poder funcionan en México como neoliberales
independientemente de su discurso ideológico o político. Los programas hacia los pobres y los empobrecidos son de carácter asistencial, así los llamen oportunos o solidarios. El combate oficial a la pobreza insiste en ir a las ramas y elude ir a la raíz de un fenómeno estructural. Esto es muy grave.
Por eso es que la solidaridad no debe ser bandera solo de las mayorías pobres sino de todo ciudadano, habitante, consumidor, empresario, tanto mayoría como minoría y de toda clase social. No se trata de retomar las estrategias populistas activadas desde el Estado, como lo fueron en tiempos anteriores. Se trata de centrarse en la sociedad, en su diversidad y vitalidad, hablando ya no tanto de una sociedad civil "tercer" sector, sino
de una sociedad orgánica, autocentrada, creando y recreando una vida digna y sostenible para todos.
Habrá que trabajar en varios sentidos, de abajo arriba y de arriba abajo, de
adentro hacia afuera y de afuera hacia adentro, reconstruyendo la sociedad a partir de sus microsistemas elementales señalados más arriba, reproducibles de múltiples maneras, y convertir e invertir los recursos institucionales aptos (habrá que tirar mucha agua sucia sin tirar al niño) no en función de una acumulación piramidal sino de una redistribución reticular. Si hasta hoy ha predominado una macroeconomía al servicio de la mega economía imperial, necesitamos una microeconomía que enfatice el rol de las semillas prácticamente moleculares y que sea capaz de ensamblarlas en una meso economía que también considere y asuma las dimensiones complejas y superiores. Se habla de cadenas, de eslabones, de circuitos, de redes y de sistemas, habrá que ensayar modelos articulados entre lo chico y lo grande, lo simple y lo complejo, lo endógeno y lo exógeno, etc. Como tal vez pudieran surgir entre territorios en rescate de la enfermedad neoliberal (los indígenas guaraníes hablan de "la tierra sin mal", los zapatistas de hoy hablan de municipios autónomos y "caracoles") y apropiando y redimensionando nuevas iniciativas oficiales (FONDESO, FONAES, etc.), privadas (Base de la Pirámide, Empresas Responsables, Cámaras nacionalistas, etc.), eclesiales (como la Campaña Consumo Solidario de la Iglesia Católica), académicas (como los recientes eventos organizados por universidades) o sociales (como la Cooperativa Pascual y sus proveedores de fruta). Habrá que definir una estrategia de interpelación y relacionamiento con los medios de comunicación así como con la banca comercial y de desarrollo internacional, poderes que hoy rebasan a los gobiernos.
Un amplio emprendimiento reticular de la sociedad autogestiva y plural,
integrando lideratos personales y orgánicos, reconocidos por su trayectoria
en función de una economía verdaderamente solidaria, sin dependencias de
poderes políticos y económicos, debería formarse para encabezar estrategias como la que aquí se señala. Proceso que desembocara más pronto que tarde en un Consejo de Estado alternando con las instituciones políticas y económicas hoy convencionales. Es la tarea que yo opino debe asumir el Espacio EcoSol, como lo anunció en su primer taller en mayo de 2003: "hacia una agenda propia de la economía solidaria en México". Como se trata de hacer economía en el sentido que Aristóteles enseñó, el bienestar de la casa, el accionar de este consejo no será principalmente de representación ni mucho menos en beneficio de alguna tribu o enclave oficioso sino de catalización mediante experiencias concretas en las dimensiones local, regional y nacional (incluso transnacional en conjugación con órganos similares que ya se forman en otros países bajo el lema "Otra Economía es Posible") y en vinculación con el Foro Social Mundial. Tal vez este debería ser uno de los puntos que el Espacio EcoSol deberá estudiar en su quinto encuentro/taller nacional, en Tlaxcala Agosto 2006.
Paradigmas.
Los paradigmas y criterios que inspiran esta estrategia son:
·         Superar la protesta con la propuesta.
·         Superar la economía de la ganancia con la economía del compartir, fomentando la solidaridad por encima del individualismo.
·         Superar la búsqueda del dinero (valor de cambio) y el utilitarismo (valor de uso) con el valor de relación, para reconstruir los tejidos sociales.
·         Superar el método analítico y el trabajo meramente sectorial mediante una visión-acción sistémica, holística, sintética.
·         Superar la dependencia de factores externos (ayudas, inversiones,
influencias) revalorando y priorizando el trabajo (esfuerzo) y la
creatividad propias.
·         Superar el intermediarismo y el coyotaje que merodea las instancias de poder con un diálogo asociativo y abierto, transparente, redistribuidor,
autonomizante, en y hacia las instancias más de base.
·         Superar el decir con el hacer, emprender lo que se dice, asumir
responsabilidades compartidas y obtener resultados.
·         Superar la teoría infecunda de muchos académicos mediante un estudio
constante de problemas, conceptos, proyectos y experiencias, aprendiendo  de los avances, limitaciones y retrocesos, nuevos desafíos, generando una inteligencia orgánica común, apta para debatir, proponer, actuar y avanzar.
·         Superar el falso símbolo de valor llamado dinero, hoy generado por unos
cuantos de manera puramente lucrativa y especulativa, intrínsecamente
destructiva, con la revaloración y significación de los recursos humanos y naturales, especialmente los no renovables y en vías de extinción,
administrándolos en la satisfacción de las necesidades y aspiraciones más legítimas de toda la sociedad así como la conservación del equilibrio planetario.
·         Superar la economía heredada hoy dominante, la lucha por la sobrevivencia y
la ley del más fuerte y astuto, por una cultura integral del respeto,
fomento e inclusión de toda persona e identidad colectiva, en aras del
equilibrio y dinamismo planetario y universal. Una vida digna y sostenible
para todos.